miércoles, 9 de enero de 2019

                                        
                       Noche de paz, noche de amor   



Desde hace dos años mi vecino es mi amante. Casi no hablamos pero tenemos un acuerdo, compartimos noches apasionadas los días en que no está estacionado el camión de mi marido frente a mi casa y después de que su esposa sale hacia el hospital para comenzar su turno.
En el hotel ya nos conocen, nos reservan siempre la misma habitación, yo llego primero para que en el barrio no nos vean salir juntos. Y él siempre viene acompañado de alguna botellita que nos ayuda a crear un clima más agradable aún.
Ese hombre me vuelve loca, lo deseo día y noche, fantaseo con él cuando hago el amor con mi marido a quien por otra parte sigo amando, pero ¿qué importa? no amo a mi vecino solo ansío sentirlo cerca, casi ni lo conozco más que por el contacto físico, no puedo estar cerca suyo sin intentar ese contacto y no me interesa nada más que eso de él. 
Este año la familia de su esposa no ha podido venir para las fiestas, y tampoco mi hijo que estudia en otra ciudad, por eso, como buenos vecinos habíamos decidido pasar navidad en casa de ellos.
Todo se desarrollaba con tranquilidad cuando yo, ya en un estado un tanto alterado por toda la fantasía que bullía dentro de mí, me quité con el pie izquierdo el zapato derecho y comencé a frotar su entrepierna, él salió airoso del pequeño sobresalto reacomodándose en la silla y nadie notó nada. Tuve que contener la risa que me causó su sorpresa, en eso estaba muy entretenida cuando observé que la maldita perra caniche de ellos se llevaba mi zapato a un rincón y comenzaba a mordisquearlo. Asustada empecé a pensar en excusas, no podía aducir dolor de pies pues eso jamás me sucede y mi marido lo sabe, mis pies son mi orgullo, casi perfectos. Si tiraba debajo de la mesa un pedacito de queso era posible que la cretina dejara el zapato y viniera, pero luego ¿cómo haría yo para traerlo desde el rincón? 
Con disimulo le hice gestos a él para que viera lo que estaba pasando; cuando su mujer estaba por traer la comida desde la cocina, él se levantó como para ir al baño con la idea de recuperar el calzado, pero cuando lo intentó la muy espabilada se puso a gruñir como si la fueran a carnear;  mi marido se dio vuelta para ver qué estaba ocurriendo, la mujer volvió alarmada, vio al mismo tiempo mi zapato en la boca de su mascota y el pantalón de su marido manchado del maldito talco que tengo por costumbre ponerme en los pies e inmediatamente, inteligente como es la muy zorra, se hizo una buena composición de lugar. Supongo que porque ya vendría sospechando algo y terminó atando cabos con rapidez.
Así comenzamos el 2019 sin brindis, sin cena y sin vecinos y ahora estoy viendo cómo convenzo a mi marido de que la tarada está loca, que es una enferma de celos, que odio a esa perra que vive ladrando a la hora de la siesta y que al querer patearla debajo de la mesa se me salió el zapato y la muy puta se lo llevó.
—¿Y lo del talco en su pantalón cómo lo vas a explicar eh?
—Y yo qué sé ¿o acaso ahora tengo que explicar las locuras del marido también? se habrá puesto mucho talco en las bolas y se manchó el pantalón, cara de tonto tiene, —respondí mientras pensaba para mis adentros: “Tonto y hermoso”.                 
                                                               
                                                                                                                                                  
                                                                                                                                                                                                                                                             

jueves, 23 de abril de 2015

                     RECETA PARA HACER EL AMOR
                              ( para dos personas)


Presentamos hoy esta receta a pedido de numerosos lectores que se han dado cuenta de que el amor no viene hecho,  no se vende ni se encuentra a la vuelta de la esquina y los que han creído comprarlo han descubierto que era una mala imitación.
Existen otras variantes para más de dos personas pero son muy complejas y no las consideraremos hoy.
Este exquisito plato tiene la particularidad de tener que ser preparado por ambos comensales pues si lo realiza uno solo y lo degustan dos, quedará un sabor amargo en el que haya oficiado de cheff.

Ingredientes (cada persona deberá aportar las mismas cantidades)

1)  4 medidas de amor
2)  4 medidas de respeto
3) 4 medidas de paciencia y tolerancia                 (tamizadas juntas)

Mezclar todos los ingredientes en un recipiente con gran capacidad de dar y contener. 
Nótese que se trata de una receta en la que el aporte de cada uno queda bien mezclado con el del otro desde el comienzo de la preparación. Por otra parte, cada uno viene amasando solo sus ingredientes desde tiempo atrás.
Luego de este primer paso en el que la mezcla prácticamente se realiza sola, los amantes deberán comenzar el intercambio de los ingredientes utilizando sus cuerpos como vehículos, tratando de aprovechar al máximo los recursos de éstos, apelando para ello no sólo a la mente (sugestión, enamoramiento, fantasías, etc.) sino también a los cinco sentidos, a saber:

1) VISTA: Miradas embelesadas, lo más profundas posibles, bien adobadas de cariño.
2) TACTO: Caricias suaves, lentas, para elevar la temperatura de la mezcla
3) OLFATO: Deberán utilizarse condimentos que realcen el aroma natural de los cuerpos para excitar aún más este sentido (esencias frescas, buenos perfumes, etc.).
4) GUSTO: muy emparentado con el anterior, es de extrema importancia su incorporación antes, durante y después de las preparación.
5) OÍDO: Recomendamos recordar para su uso la canción de Patricia Sosa “ …esta noche no me digas nada, sólo endúlzame los oídos hablándome de amor”

TERCER PASO: Trasvasar la preparación de un comensal al otro agitando bien para dinamizar los principios activos y hacer más poderosa la fórmula.

RECOMENDACIONES:

Si bien esta no es una experiencia  de laboratorio es necesario que el intercambio se  produzca bajo ciertas condiciones:
Un espacio íntimo, suficientemente alejado de otras personas, con una temperatura e iluminación adecuadas al gusto de los amantes, éstas y otras que dejamos libradas a vuestra imaginación son las que deberán garantizar la producción de cierta “magia” pues sólo con la intervención de los ingredientes no se logra alcanzar el resultado.
Esta receta bien realizada se puede conservar muchísimos años y sin freezer. No obstante no podemos garantizar el resultado, pues a veces ocurren desencuentros que vuelven agria la preparación, por lo cual se recomienda a aquellos que estén interesados en el tema y que ya hayan probado otras recetas (quizás menos realistas) o aún no lo hayan hecho pero deseen intentarlo, que lo hagan, quizás alguno tenga más suerte en esta empresa o crea, aunque sea por un tiempo, que la ha tenido.
De todos modos los autores de esta nota aún no se han dado por vencidos y como su investigación continúa, seguiremos manteniendo informados a todos los suscriptores a través de éste, nuestro medio mensual de comunicación.
En el próximo número daremos la receta de niños envueltos.


domingo, 19 de abril de 2015

                                                       Bibliotecas




Amanece decidido, su aversión por las bibliotecas ya le es insoportable. Se prepara un café sin dejar de observarlas y luego en un arranque, que hasta a él le suena a locura, tira todos los libros al suelo.
No son pocos y además son sus amigos, compañeros y amantes, con ellos ha compartido su vida y la de sus protagonistas; esas bibliotecas eran su mayor tesoro, y ahora no soporta verlas con los ejemplares alineados prolijamente.
No termina de decidir qué hacer, si tirarlas o regalarlas, imagina destruirlas con un hacha, pero sabe que no llegará a tanto pese a estar convencido de que no cumplirán más con su destino. Maravillado de sí mismo parece petrificado pero solo le dura unos minutos.
Se sienta en el suelo llorando, toma su café que ya está helado y un cierto remordimiento intenta instalarse dentro suyo; lucha, se argumenta y se recompone, logra recuperar la seguridad que creía perdida.
Toma los libros y los desparrama donde el azar le marque, esconde algunos, apoya otros casi sin mirar dónde y disimula los últimos entre lo que se le presente, sea ropa, vajilla o el gato que duerme ignorándolo, como siempre. A él lo acaricia y se le vuelven a humedecer los ojos.
La crisis con la que inició el día va cediendo y comienza a comprender mejor el sentido de lo que hace, el simbolismo de las bibliotecas y la razón para odiarlas de ese modo.
Ellas representan el orden, lo establecido, lo que debe ser: “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”. Lo que se espera de él, la imagen que siempre debió dar para recibir la mirada que correspondía. También representan el conjuro contra lo caótico o lo imprevisible, la tranquilidad que le daba el tener una vida ordenada, prolija, como los libros en las bibliotecas.
Hoy rompe con todo, el miedo que siente no lo detendrá, las dudas tampoco, porque pese a eso siente que hace lo correcto. Ha comenzado por lo más simbólico: las bibliotecas; después en un acto íntimo, solo suyo, renuncia al trabajo. Con su novia hablará luego, ella no se merece una traición sino un sinceramiento.
Ahora ya sabe que finalmente dejará su departamento cerrado, al salir tirará la llave en algún lugar y se perderá en el anonimato. Y abrazado a su gato se sentirá libre por primera vez. 

jueves, 5 de febrero de 2015



                                                  LA IRA DE DIOS

 Un silencio espeso acompañó ese día los  tonos  ocres y negros que poco a poco  fueron tomando todo el cielo hasta que este, con un estruendo inaudito, literalmente se desplomó sobre la playa. 

                                                                

                  


miércoles, 9 de abril de 2014

Este es el libro que publicó Mis escritos con los ganadores del concurso de literatura infantil donde un cuento mío obtuvo Mención de Honor y abajo está el cuento.



                                REVOLUCIÓN EN LA COCINA




Esta es la historia de lo que sucedió una vez en la casa de doña Estela.
Ella era muy buena cocinera y sus platos, ollas, sartenes y cubiertos habían sido muy felices hasta el día en el que dejó de usarlos y comenzó a comprar comida hecha. Al principio los utensilios pensaron que eso no duraría mucho tiempo, pero pasaron los meses y todo seguía igual.
Una noche, las ollas, que son las que más se enojan, empezaron a golpear sus tapas para llamar a todos y ver de encontrar la forma de terminar con esa situación. Los platos que son muy gritones hablaban todos juntos
–Esto no puede ser –decían los de sopa– ya nadie nos utiliza, en la rotisería no venden sopa y extrañamos los ricos caldos de doña Estela.
–Peor estamos nosotros –decían los platos playos– que nos ponen encima esas horribles croquetas y las milanesas quemadas y finitas.
Un tenedor de postre estaba por hablar pero el sartén lo interrumpió con su vozarrón gritando “a mi ya nadie me usa, me estoy oxidando en un rincón”.
La olla más gorda quería calmarlos pero estaban todos tan nerviosos que no la escuchaban, los cuchillos, amenazantes, hablaban todos juntos, las cucharitas por miedo a interrumpir a los mayores estaban calladitas, los tenedores trataban de imponer respeto pinchando a todos para que hicieran silencio, pero como no lo lograban fueron a buscar al palo de amasar, cuando éste apareció todos enmudecieron porque él era muy sabio.
–No es cuestión de gritar –dijo– hay que pensar un plan para que doña Estela vuelva a cocinar, se me ocurre que podríamos cambiarnos de lugar en los armarios, así cuando nos busque no nos va a encontrar. Creo, por los años que hace que la conozco, que si, por ejemplo, busca un plato y encuentra el sartén y ve que él se está oxidando le va a dar pena o cuando necesite un tenedor y aparezca en su lugar la espumadera, recordará las ricas papas fritas que hacía.
–Si –dijo el cucharón– y cuando me vea a mí ¡querrá comer puchero!
Y así, todos de acuerdo, cambiaron sus lugares y más tranquilos, se fueron a descansar.
Al día siguiente, cuando la señora quiso servirse la ensalada de porotos que había comprado, fue a buscar un plato y encontró al colador, buscó más a la derecha y su mano tropezó con el mango del sartén oxidado, lo miró y pensando en el tiempo que hacía que no lo usaba, lo sacó del armario para lavarlo, al hacerlo vio que detrás estaba la olla en la que preparaba los guisos y recordando lo ricos que le salían y qué hermosos momentos habían compartido en familia, la sacó también, así, un poco triste fue vaciando todos los armarios. Y mientras limpiaba todo y lo volvía a acomodar, pensó en llamar a parientes, amigos y vecinos para invitarlos a comer un guiso enorme que luego fue famoso en todo el barrio.
Desde ese día, ella no compró nada más hecho y las puertas de su casa siempre están abiertas para que cualquiera que guste de la comida casera entre a comer algo delicioso y hecho con amor.
Cuando pases por la casa de doña Estela, tocale el timbre, seguro tiene algo rico para convidarte.

lunes, 20 de enero de 2014

                        LA HACHE (esa traviesa)



La hache es la letra más traviesa del alfabeto. Aprovechando su calidad de muda, cree que puede pasar desapercibida escondiéndose. Ignora que muchos nos damos cuenta de su ausencia y exigimos que, aunque en silencio, permanezca donde debe estar. Otras veces, también porque sabe que no hace ruido, se ubica donde no debe, esa travesura se la hacía  a mi madre. Ella sabía que adolecía de ignorarla y por eso la convocaba para que se ubicara siempre, aún en lugares inadecuados, y la hache, que, como digo, es tan traviesa, se burlaba de mi madre llenando sus escritos con descaro.



                           LA DETERMINACIÓN

Se acerca temerosa y estira su mano, está a punto de abrir la puerta prohibida. Sabe qué encontrará al hacerlo, conoce lo que la espera adentro; alguien le dijo:
-Te lo dejo ahí -señalando ese lugar.
No le importa, sigue estirando su mano, ya no le tiembla, ha tomado la decisión.
Al carajo la dieta, comerá la torta.




martes, 30 de julio de 2013

                               
                                      DESECHABLES




Cuando encontré aquella máquina en el desván no me imaginé que yo iba a terminar así y en un lugar como este.
Era una Olivetti, un mamotreto cuyas teclas tan duras tentaban más a darle con un martillo que con los dedos.
Perteneció a mi hermano, que falleció muy joven, por ese motivo y porque yo la había utilizado cuando fui su secretaria, no podía tirarla. Era una máquina del tiempo y de los recuerdos y fue endureciéndose como el dolor en mi corazón; ella ya no escribía y yo con el paso de los años fui dejando en paz a mis muertos. Por eso entendí que había llegado la hora de desprenderme de ella y la puse en subasta por Internet.
No por el dinero sino porque no la podía tirar.
La vendí, por un simbólico peso, a un abuelo que la adquirió “para que sus nietos conocieran máquinas del pasado”.
Ahora me visitan muy de vez en cuando los míos y me miran con la misma extrañeza con que mirarían un vetusto aparato de aquellos años.

domingo, 28 de julio de 2013


                              UNA HISTORIA DEMASIADO TRISTE

                                                              Dedicado a Madres y Abuelas


Hace unos cuantos años en varios lugares de la tierra hubo una invasión de seres ajenos a la humanidad, se fueron infiltrando en lugares estratégicos de poder, odiaban las flores y su plan era terminar con todos los jardines, no soportaban el aroma de frescura, el oxígeno que allí se respiraba con cada flor que se iba abriendo al mundo; pero ya se sabe, cuando una flor ha decidido nacer y elevarse no se la puede detener, sólo si se la arranca, y aún así hay que aplastarla pues cortada sigue despidiendo su perfume. Pues, una vez que tuvieron muy bien armado su plan de exterminio, comenzaron a destruir; muchos, amantes de la vida, trataron de esconder sus jardines pero ellos se infiltraron, se hicieron pasar por ángeles que amaban las flores e introdujeron la muerte dentro también de esos jardines secretos. Otros, cobardes, sin participar directamente, ayudaron por conveniencia propia, si no había jardines ellos podían aprovecharse de esos espacios y poner ahí en venta sus objetos, ya no serían lugares públicos donde todos pudieran beneficiarse oliendo una flor o simplemente sentándose a respirar el aire puro.
Algunas especies de flores fueron más perseguidas que otras, eran las que más se destacaban por su brillo, sus colores puros, su aroma profundo que llegaba a percibirse desde lejos, fueron exterminadas y si se les caía alguna semilla que, obstinada, seguiría germinando, pensaron: bueno, quizás no debamos matarlas, podríamos hacer injertos y usarlas para nuestro provecho, de ese modo las quitaban del jardín arrasado y las trasplantaban a jardines artificiales donde pensaban dirigir su crecimiento para utilizarlas en su propio beneficio, les inyectaban sus propios aromas rancios que eran los que ellos disfrutaban. Fueron años dolorosos, oscuros, la gente que amaba los jardines ya casi no salía, algunos trataron de cultivar alguna que otra flor en sus casas pero con miedo y a escondidas, otros también a escondidas buscaban reunirse para hablar, recordar cómo era la vida antes, cuando se respiraba oxígeno, y también para darse un poco de ánimo mutuamente, pero era mucho riesgo, si se los descubría, se los aplastaba como si por solo amar las flores ya fueran ellos mismos posibles futuros jardineros. También hubo otras aberraciones tremendas, personas que simplemente hubieran pasado por casualidad frente a algún jardín o que fuera sospechado de haberlo hecho, era tragada por la tierra, sin que pudiera saberse nada más de ella, igual que si hubiera sido una flor.
Un grupo de jardineras, las que habían estado cuidando durante años flores sembradas y cultivadas por ellas mismas, no pudieron soportar tanto dolor y, valientes, ¿pues qué miedo podían tener si ya les habían arrebatado lo más valioso que tenían? comenzaron a quejarse, a reclamar en lugares donde pudieran ser escuchadas, querían y exigían saber qué había pasado con sus plantas; las quisieron callar pero sus voces eran aún más potentes que el aroma de todas las flores arrancadas, ellas fueron el David de esta historia, no les fue fácil esa lucha, algunas quedaron también en el camino, las demás saben que hay muchas de esas semillas que han germinado, que siguen prisioneras en esos invernaderos artificiales, pero siguen luchando, se seguirán escuchando sus voces hasta que se pueda reponer cada flor al jardín que le corresponde.
Así sea.

martes, 23 de julio de 2013

REVISIÓN DE CUENTOS INFANTILES


BLANCANIEVES

El plan de la madrastra falló cuando le quiso entregar la manzana porque Blancanieves estaba haciendo la dieta de la luna.


CENICIENTA

Está bien, me casaré contigo, pero tira ya esos zapatitos. No resisto verlos más. ¿Cristal? ¿A quién se le ocurrió? Mis callos me están matando.



HERMANITOS


Pero, pedazo de estúpida ¿No cargaste el celular? ¿Y ahora qué hacemos? Yo me comí todo el pan –dijo desesperado Hansel.

domingo, 14 de julio de 2013

                                          LA NONA

                                                                             Para Juanita Lambert
                                                                               mi amorosa mamá.
                                                                       
                                                                                                       

Se despertó dos horas después de lo habitual y, aunque vivía sola y ya no tenía horarios, no se llevó el mate a la cama porque “era tarde”. Desayunó más rápido que de costumbre y empezó la limpieza. Hizo su cama sacudiendo bien las sábanas que no tenían ni una sola arruga.  Barrió sus pequeños dos ambientes y recogió con la palita una pelusa y una miga olvidada de aquel pequeño sandwich solitario cenado la noche anterior.
Pasó la franela por los recuerdos y bajó a hacer alguna modesta compra. Era maravilloso que su cuerpo requiriera de alimentos para seguir acumulando años.
Después del almuerzo, la siesta, y al levantarse ya tenía ocho horas de jornada transcurrida. Descontando las de sueño nocturno, sólo le restaban ocho más que repartiría, como siempre, entre alguna llamada telefónica, breve, para no abultar la cuenta; un poco de televisión y a las siete de la tarde la salvadora preparación de la sucinta cena y el ritual de la misma.
Algunos cigarrillos, compañeros incondicionales, otro poco de televisión, la pastilla para dormir y un reconfortante descanso con la frescura juvenil que le aportarían sus sueños nocturnos.



sábado, 13 de julio de 2013


                                  AMA DE CASA

Hoy es uno de esos días en los que ella replantea su vida. La empleada estuvo enferma toda la semana, la esperó con ilusión pero ya no tuvo más remedio que arremangarse y apechugar, según su propio decir.
Comienza por la cocina, en la pileta llena de cosas ya no entraba ni un vaso, resignada prende la radio, ignora a su marido que lee el diario allí y que, resoplando, se va al comedor.
Después de lavar vasos, platos y cubiertos, llega a las ollas y nota que le falta el polvo limpiador, va a buscarlo al cuarto de la limpieza, pero al salir ve que hay que cambiar las piedritas de los gatos, deja el limpiador y se dirige al lavadero a buscar una bolsa de piedras, ya la tiene en la mano cuando mirando en el patio la inmensa cantidad de hojas acumuladas, piensa que pueden tapar la rejilla, ya que amenaza lluvia, deja las piedras y sale a barrer, al terminar contempla los pequeños brotes de sus rosales en los que asoman ya algunas hojitas y unos porotos que ya habían brotado y que era necesario separar y trasplantar, de modo que se dirige al jardín de adelante a buscar algo de tierra para hacer eso; cuando llega, el gato callejero que se instaló allí, le pide enérgicamente comida, vuelve a entrar para buscarla; mientras le da, ve que los trapos de su cajón se han mojado, los quita para llevar al lavadero, al ponerlos en un balde con agua jabonosa recuerda que tiene un montón de ropa para lavar, pero la tapa del lavarropas estaba tan sucia que de nuevo va en busca del polvo limpiador, y allí encuentra las piedritas que aún no limpió, de modo que vuelve al lavadero a buscar la bolsa, en eso está cuando su marido, que, intrigado la ha estado observando, la detiene cuando pasa con las piedras en una mano y el polvo en la otra (esta vez no lo soltó para no olvidarlo) y le grita enfurecido
¿pero vos te das cuenta lo dispersa que sos y porqué siempre te digo que no te podés concentrar en una sola cosa?
Ella duda entre tirarle con la bolsa o con el polvo limpiador, lo mira como para fulminarlo, da media vuelta y se dirige a continuar con lo que estaba haciendo mientras piensa:
Nada ni nadie me va a distraer de lo que me propuse hacer en este día”.