domingo, 19 de abril de 2015

                                                       Bibliotecas




Amanece decidido, su aversión por las bibliotecas ya le es insoportable. Se prepara un café sin dejar de observarlas y luego en un arranque, que hasta a él le suena a locura, tira todos los libros al suelo.
No son pocos y además son sus amigos, compañeros y amantes, con ellos ha compartido su vida y la de sus protagonistas; esas bibliotecas eran su mayor tesoro, y ahora no soporta verlas con los ejemplares alineados prolijamente.
No termina de decidir qué hacer, si tirarlas o regalarlas, imagina destruirlas con un hacha, pero sabe que no llegará a tanto pese a estar convencido de que no cumplirán más con su destino. Maravillado de sí mismo parece petrificado pero solo le dura unos minutos.
Se sienta en el suelo llorando, toma su café que ya está helado y un cierto remordimiento intenta instalarse dentro suyo; lucha, se argumenta y se recompone, logra recuperar la seguridad que creía perdida.
Toma los libros y los desparrama donde el azar le marque, esconde algunos, apoya otros casi sin mirar dónde y disimula los últimos entre lo que se le presente, sea ropa, vajilla o el gato que duerme ignorándolo, como siempre. A él lo acaricia y se le vuelven a humedecer los ojos.
La crisis con la que inició el día va cediendo y comienza a comprender mejor el sentido de lo que hace, el simbolismo de las bibliotecas y la razón para odiarlas de ese modo.
Ellas representan el orden, lo establecido, lo que debe ser: “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”. Lo que se espera de él, la imagen que siempre debió dar para recibir la mirada que correspondía. También representan el conjuro contra lo caótico o lo imprevisible, la tranquilidad que le daba el tener una vida ordenada, prolija, como los libros en las bibliotecas.
Hoy rompe con todo, el miedo que siente no lo detendrá, las dudas tampoco, porque pese a eso siente que hace lo correcto. Ha comenzado por lo más simbólico: las bibliotecas; después en un acto íntimo, solo suyo, renuncia al trabajo. Con su novia hablará luego, ella no se merece una traición sino un sinceramiento.
Ahora ya sabe que finalmente dejará su departamento cerrado, al salir tirará la llave en algún lugar y se perderá en el anonimato. Y abrazado a su gato se sentirá libre por primera vez. 

2 comentarios:

  1. Me encantan tus relatos! Sos una escritora fantástica. Rescato sobre todo como expresas los más íntimos sentimientos. Es un placer leerte.Chaly

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  2. Tira la llave, como bien se dice, deja esa vida ordenada y prolija, para iniciar una nueva donde pueda ser él. Muy bueno. Chaly

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